domingo, 23 de agosto de 2009

La vida universitaria, a los 71.



¿De cuánta libertad podemos disponer para elegir realizar aquello quetiene mayor valor para nosotros?

Martha Nussbaum, filósofa norteamericana, destaca la importancia del la libertad de los seres humanos en su intento por satisfacer sus necesidades, y desarrollar las capacidades que les permitan elegir la vida que desean vivir.

Desde otro enfoque filosófico, Fernando Savater, en su obra El valor de elegir, destaca el valor de “elegir”, lo que todavía tiene valor. “Porque de elegir no nos libra nadie, dice Savater, ya que incluso cuando no elegimos estamos eligiendo no elegir. Sólo que, en ese caso, en esa no elección que es también una elección, nos ha faltado precisamente el valor de elegir.”

María Delfina Álvarez Calderón y la vida universitaria a los 71.

Cuando aún era una niña, y estaba en el colegio, María Delfina Álvarez Calderón, eligió estudiar medicina. Quería ir a la universidad, estudiar, graduarse. Eso eligió. Eligió, desde que se imaginó lo que quería para sí misma en el futuro y manifestó su decisión de prepararse para llegar a desarrollarse en alguna profesión el resto de la vida. Sin embargo, en aquella época los padres de María Delfina, no estuvieron de acuerdo con su elección. Años después, su esposo tampoco estuvo de acuerdo. Eran otros tiempos, y otras, las responsabilidades que lo terminaban eligiendo a uno.

Hace 5 años, ya independiente y, cumplidas ya, varias de sus antiguas responsbilidades, con cuatro hijas y nietos, haciendo honor a una de sus primeras elecciones, decidió presentarse al plan adulto de estudios universitarios que ofrece la Universidad Católica e ingresó.

¿Qué edad tenías cuando ingresaste a la universidad?

71 años.

Y ¿Cómo estuvo eso de llevar dos años de estudios generales letras entre dieciochoañeros?

Bueno, no fue fácil en un principio. No me acostumbraba - y no lo he hecho- por ejemplo, a las palabrotas que emplean para llamarse entre sí, o la forma como se tratan entre sí . No es igualdad de género, que hoy por hoy, hombres y mujeres se puedan tratar de esa manera, me parece una falta de respeto a sí mismos el uso de un lenguaje tan agresivo. También me chocó que no hubiese el respeto por los profesores, al que yo me había acostumbrado desde el colegio. Me parecía increíble estar en la clase de profesores con una reconocida trayectoria, cátedras a las que es un honor y privilegio atender, el ausentismo fuese significativo, o en otros casos, el uso de laptops o celulares para juegos o envíos de mensajes de texto entre alumnos, eran de una descortesía descomunal, no acorde a una universidad.

¿Qué hiciste entonces?

Bueno, yo me había trazado una meta: Llegar allí “expresamente a estudiar”. El hecho que nosotros los adultos nos paguemos los estudios, tiene mucho que ver con las elecciones y decisiones que tomamos en torno a otros valores. Yo pago con esfuerzo, y no es poco, y eso, de alguna manera significa que valoro más la razón por la que estoy en clase. En un principio, yo me rebelaba - y sigo haciéndolo - cuando estoy en desacuerdo con algo, así que solita me autodenominé “la tía protestona”. Además, no quería sacar cero cuando se trataba de trabajos grupales y si los otros alumnos no se preocupaban, pues yo igual hacía mis trabajos .


En los cinco años que María Delfina estuvo en la universidad, primero como alumna de estudios generales letras, hasta licenciarse como historiadora, aprendió no sólo de historia. Con un tono irónico María Delfina recuerda uno de sus primeros trabajos grupales, en el que para un curso de sicología, les encargaron realizar un trabajo sobre las relaciones entre hermanos. Ella era hija única.

¡Qué podía aportar! Después nos encomendaron un trabajo sobre las drogas. Otra vez me sentí en aprietos ¿qué podría yo aportar? Era una realidad casi ajena a mi generación. Es decir, sabía que existían, pero como algo muy lejano. Nunca había tenido un drogadicto a mi lado, ni amigos con ese problema.

Sin embargo, siempre he oído que las experiencias de aprendizaje terminan siendo de ida y vuelta. ¿Qué crees que tus compañeros aprendieron de ti?

Muy risueña María Delfina nos dice:

De mis cuadernos, tal vez, porque todos los chicos me los pedían, pues veían que yo apuntaba hasta la tos al profesor, y quizás también la capacidad para protestar ante lo injusto. Como peruanos, esa es una capacidad que aún no desarrollamos, somos más carneros, y pocos los capaces de protestar y decir lo que piensan. Sé que soy tía protestona, pero soy una convencida que no hay derecho sin deberes.


Cuéntanos sobre tú tesis para licenciarte como historiadora.

Bueno, mi tesis fue sobre Augusto B. Leguía, un político con visión empresarial.

¿Y cuál era el objetivo central de tu tesis? ¿Qué querías demostrar con ella?

La misión de Augusto B. Leguía para renovar y modernizar el país; esta visión no correspondía a los políticos de su época, debido a la complejidad y riqueza de las propuestas que hizo a largo plazo y que además formuló y ejecutó durante su gestión como Ministro de Hacienda de Manuel Candamo y luego, de José Pardo. También es mi intención indicar que no obstante el peso relevante que tuvo en la historia, y que resultó sustancial en un momento de cambios profundos, no ha sido considerado en la historiografía peruana, y más bien, tuvo varios detractores.

Sin duda una tesis polémica, pues tanto Porras Barrenechea, como Jorge Basadre, en su momento llamaron la atención sobre su dictadura.

Para mí es interesante ver cómo este hombre que no pasó por las aulas universitarias, resulta exitoso como persona de negocios, por lo que es llamado a la política como ministro y se va construyendo por sí mismo en este ámbito.

Con una licenciatura a tus 79 años, imagino que debes haber recibido muchísimas felicitaciones.

Mis hijas fueron las que más me apoyaron en mi decisión. Hasta me compraron la mochila e implementos que he usado para venir a estudiar.

¿Y tus amigas?

Mis amigos hombres han sido los más entusiastas con la noticia de mi graduación y sustentación de tesis, me han felicitado y se han sentido contentos. También una muy querida amiga que hace años reside fuera del Perú, me llamo especialmente para felicitarme.

¿Crees que hoy en día las mujeres tenemos mayores oportunidades?

Yo considero que tanto hombres como mujeres están en la capacidad de trabajar, de ambos aportar ingresos al hogar. Por otro lado no me parece muy justo que solo uno de ellos sea el proveedor y que ello implique que tiene un compromiso de por vida para la manutención de la otra persona, como si eso fuese una obligación. Las mujeres pueden ser independientes y capaces de valerse por si mismas. Las generaciones anteriores de mujeres han crecido con la idea de que deben de ser mantenidas por sus esposos, y estar al servicio de ellos, educar a sus hijos, y no tener porqué saber de cómo cambiar un foco, que esas son tareas de hombres. Y bueno, hoy me gusta ver en mis hijas, y en las generaciones actuales, que ambos sean capaces de hacer sus propias cosas, sin que ello pase por falta de responsabilidad y compromiso, sino mas bien de independencia, libertad y respeto por si mismos.

Hace rato que quiero preguntarte, María Delfina, por los tres felinos peludos y divinos que me circundan y se turnan para subirse a mi regazo, sobarse contra mi larga bufanda, lanzarse de cachetes contra mis manos y hacerme estar pendiente de no soltar la grabadora. Tengo una tía con una teoría muy peculiar acerca de los perros. Ella dice que si uno mete en la maletera de su auto a su marido, su mejor amiga y su perro, al cabo de tres días, al abrir la maletera, el primero en salir a saludarte y lamerte la cara será tu perro.

Bueno, yo soy gatuna. Tengo una siamesa, Rania, como la Reina, porque es una reina, y dos himalayos. Me gustan los gatos porque son limpios y nunca huelen. Dependiendo del dueño, logran desarrollar una gran empatía, sin embargo no son subordinados. Los perros sí lo son. A los perros uno los compra, los educa y siempre serás tú el “dueño”. Los gatos son independientes, yo lo soy. Confían en sus dueños, pero son éstos los que deben ganarse su confianza. Cada uno es diferente al otro, y pelea por su lugar.

Hablemos un poco de algunas otras de tus pasiones.

Bueno, siempre me gustó la literatura, y más adelante el bridge. He organizado torneos de bridge y participado en el equipo peruano de damas que ganó el sudamericano de 1969, única vez que nuestro país obtuvo el título de campeón sudamericano. Luego participé en las Olimpiadas Mundiales en Miami, 1971 y Las Palmas, Islas Canarias de 1974. Más tarde, por varios años fui profesora y ahora, luego de varias décadas, he logrado introducirlo en la Universidad Católica.

¡Wow!

Sí, con un grupo dictamos clases los jueves de 12:00 a 3:00 p.m el aula 201 de EEGGLL, donde invitamos a todos los que tengan curiosidad por aprender este juego ciencia.

¿Qué habilidades se requieren para jugarlo?

Se necesitan habilidades de comunicación para ser bueno y mucha estrategia, pensar, planear, negociar y calcular posibilidades y riesgos. Es un juego realmente fascinante y un reto intelectual que exige mantener la mente alerta.

Y respecto a la literatura, ¿Qué novela te dejó huella?

Madame Bovary es una novela que de alguna manera dejó algo a mi vida. Me impresionó por lo avanzada para la época.

Emma, ¿fue una mujer sola?

Emma , en el fondo, disfrutaba de lo que hacía y repetía situaciones que la llevaban a su soledad.

¿Cuáles son tus planes para el futuro María Delfina?

Terminar la maestría en historia que he empezado en agosto, y por qué no, poder ejercer mi carrera trabajando para mi alma mater.

1 comentario:

  1. Todavia no he podido leerlo, pero, cómo no voy a ser segudidor de mi hermanita Payoya.
    Besos!

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